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RomanHeritage

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Roman Heritage / Legado Romano

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Roman Heritage /Heredité Romaine

c'est une website sur l'empire Romain avec de Ruines romaines, museés, livres et films, groupes de reconstrucion historique, statues, mosaics et frescos.




Italy Italia

Italia

ROMA Y PENÍNSULA ITÁLICA

En el siglo III a. de C. y en menos de cincuenta años la ciudad de Roma extiende su dominio por toda la península Itálica. Lo que en principio son guerras defensivas para frenar a los pueblos vecinos se convierten en el motor de la República.
El éxito de Roma se debe no sólo a su fuerza militar sino a las relaciones que mantiene con los pueblos sometidos. Al fundar colonias en territorios anexionados exporta su organización social pero, al mismo tiempo, tolera las estructuras y costumbres locales, incluyendo la religión y habitualmente permite los matrimonios mixtos. Además mantiene siempre buenas relaciones con la aristocracia de los pueblos conquistados creando vínculos personales entre sus propias clases dirigentes y las de los vencidos. Habitualmente no impone impuestos excesivos pero, en cambio, obliga a reclutamientos obligatorios para continuar sus campañas. Como el botín y las tierras procedentes de las conquistas se reparten entre los soldados romanos y sus aliados, las levas son otro nexo de unión entre Roma y estos pueblos.

Administrativa, política y jurídicamente, las relaciones de Roma con los diversos territorios anexionados en la península itálica tienen distintas modalidades:

_implantación de colonias de ciudadanos romanos o latinos.

_concesión a algunas ciudades del estatus _revocable_ de "civitas sine sufragio". Es decir, los ciudadanos tienen los mismos derechos y obligaciones que un ciudadano romano pero sin derecho a voto. Con frecuencia la categoría de "civitas sine sufragio" es el primer paso para alcanzar la ciudadanía completa.

_El foedus aequum, un tipo de tratado que considera al otro pueblo en términos muy igualitarios y le concede una gran autonomía pero impone el deber de la mutua defensa

_Otro foedus, algo más restrictivo _y más común_ que, además de la mutua defensa, exige el suministro de tropas a Roma y la prohibición de tener enemigos que no lo sean también de los romanos.

_La deditio que implica, para un territorio conquistado, una rendición total. Incluso se puede transportar a sus habitantes a otra parte y sustituirlos por ciudadanos romanos o latinos.

GUERRAS LATINAS

Roma, recién convertida en república, se enfrenta a los restantes pueblos del Lacio para asegurar su dominio en esta zona.
En 498 a. de C., treinta tribus latinas forman una confederación, la Liga Latina, bajo el mando de la ciudad de Túsculo donde se ha refugiado Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma. La llamada Primera Guerra Latina dura cinco años y tras el triunfo romano en el lago Régilo, Roma firma un foedus con las ciudades latinas.

Siglo y medio después, vuelve a reunirse otra Liga Latina que propone a Roma formar una república donde Roma y las ciudades latinas del Lacio estén en igualdad de condiciones. Ante la negativa romana, los latinos se alían con los volscos de Anzio (Antium), los sidicinos y los campanos. Roma, por su parte, se alía curiosamente con sus habituales enemigos, los samnitas, y además con los laurentes del Lacio y los pelignos. El ejército romano somete a los volscos y se reparte su territorio con los samnitas. Ambos ejércitos bajo el mando de Decio y Manlio derrotan a la coalición de latinos y campanos junto al Vesubio en 339 a. de C. El año siguiente, Manlio vuelve a vencer en Trifano a los latinos, que abandonan Campania. Esta Segunda Guerra Latina que dura sólo dos años (340-338 a. de C.) termina con la rendición de la ciudad de Anzio y la flota volsca. La nueva Liga Latina se disuelve y sus ciudades pactan por separado con Roma sus estatutos. En la misma Anzio, en Ostia y Terracina se forman colonias romanas. Y a Lanuvio y Aricia, entre otras, se les concede la ciudadanía romana.

En el período entre las dos Guerras Latinas, Roma derrota a los veyentes, sus vecinos etruscos más próximos en el Cremera (477 a. de C.) y, tras múltiples desacuerdos, casi un siglo después sitia la ciudad de Veyes. Vence también a los ecuos en Monte Algido (458 a.de C), a éstos y a los volscos en Corbione (446 a. de C) y el mismo año a los sabinos. El Lacio queda definitivamente bajo el dominio de Roma

GUERRAS SAMNITAS

Los pueblos samnitas son habitantes de los Apeninos al sureste de Roma y su territorio incluye parte de la costa adriática pero, en cambio, no tienen salida hacia el Tirreno. Por eso, realizan continuas incursiones en la Campania. La ciudad de Capua, vencida por los samnitas pide ayuda a Roma ofreciéndole la deditio y ésta derrota al pueblo samnio en el Monte Gauro y en Suessula.
La llamada Primera Guerra Samnita apenas dura dos años (343-341 a. de C) porque los romanos se ven envueltos en la Segunda Guerra Latina y, para tener las manos libres, firman una paz que no contenta a ninguna de las partes.

La Segunda Guerra Samnita se prolonga en cambio más de veinte años (327-304 a. de C) con períodos alternos de relativa paz. Los samnitas amenazan Nápoles (Neápolis), ciudad del ámbito helenístico que es socorrida por Roma. Los romanos establecen con Nápoles un foedus aequum, es decir, una alianza entre iguales que permite a los napolitanos conservar su idioma griego, organización y costumbres. Un año después, Roma penetra en la Apulia intentando aislar por el sur el territorio samnita pero es vencida en las Horcas Caudinas y obligada a aceptar una rendición humillante. En el siguiente enfrentamiento, cinco años más tarde (315 a. de C), en Lautulae junto a Terracina, los romanos vuelven a ser derrotados. Entonces, en lugar de continuar las hostilidades, construyen la Via Apia que comunica Roma y Capua y fundan diversas colonias a lo largo de este camino. Vuelven a la Apulia, liberan Luceria donde dejan una guarnición permanente que luego se convertirá en colonia y establecen un foedus con las ciudades de Arpi, Canusium y Teanum.

Una nueva coalición de samnitas y etruscos es derrotada por Roma que además toma Boviano, la capital samnita. La Campania queda anexionada al territorio romano. En 298 a. de C., una nueva coalición integra a samnitas y etruscos, los pueblos de de la Sabina y la Umbría al norte y las tribus de Lucania al sur, que además contratan mercenarios galos, y se desenacadena la Tercera Guerra Samnita. Roma envía a Apio Claudio a luchar contra los etruscos y a varios ejércitos para detener a los samnitas en el sur. Estos se dirigen al norte y llegan a unirse allí con el resto de las tropas de la coalición. Tras varios enfrentamientos, los romanos los derrotan en la batalla de Sentino.

Aunque todavía se producen nuevos combates e incluso victorias de algunos de los pueblos aliados contra Roma, la expansión de la república es ya imparable.

En 293 a. de C. en Aquilona, los samnitas sufren una derrota de tales proporciones que ya no vuelven a recuperse y serán finalmente romanizados. Mario Curio Dentato conquista el territorio de los sabinos dejando abierto el paso hacia el Adriático. En Etruria, distintas ciudades etruscas como Arezzo, Cortona y Perugia se habían rendido hacía tiempo y firman tratados con Roma. Y en el 265 a. C, los romanos toman y destruyen Volsinii. El dominio romano llega hasta el río Arno en el norte de la península itálica y hasta las colonias de la Magna Grecia en el sur.

GUERRAS PIRRICAS

Entre 280 y 275 a. de C. se producen diversos enfrentamientos y alianzas sucesivas entre romanos, cartagineses, samnitas, etruscos, epirotas, macedonios y las ciudades-estado de la Magna Grecia en el sur de la península itálica y Sicilia que toman el nombre de Guerras Pírricas.

La ciudad de Tarento, ofendida por Roma que viola el tratado que le impide llevar su flota a aguas tarentinas, declara la guerra a los romanos y pide ayuda a Pirro, rey de Epiro. Este desembarca en con un gran ejército y elefantes de guerra en la península itálica. Publio Levino, al mando de las tropas romanas, le sale al encuentro y es vencido cerca de Heraclea. En 279, Pirro derrota de nuevo al ejército romano de Publio Decio Mus en la batalla de Asculum. Sin embargo ambas batallas resultan tan costosas para los epirotas que dan lugar a la expresión "victoria pírrica".

Ante la amenaza de Pirro, Roma y Cartago firman una alianza para luchar contra el enemigo común. Mientras tanto, Sicilia solicita ayuda a Pirro frente a los cartagineses. Este marcha a Sicilia donde varias polis le respaldan y es proclamado rey de la isla. Se enfrenta y vence a las tropas de Cartago y sus aliados mamertinos en varias ocasiones pero, reclamado de nuevo desde Italia, abandona Sicilia.

A partir de ese momento, su suerte cambia. En su viaje es derrotado por las naves de Cartago y lo que queda de su flota es destruido por una tormenta tras haberse detenido para asaltar la ciudad de Locri. Manio Curio Dentato le espera en la península con un nuevo ejército romano y aunque establece nuevas alianzas en Siracusa y reclama la ayuda de Macedonia y de los samnitas, es finalmente derrotado por Roma en la batalla de Benevento. Tras ello, abandona Italia.

Las Guerras Pírricas muestran el poderío militar de Roma y la incapacidad de los estados griegos para apoyar y sostener las colonias de la Magna Grecia. Estas terminaron por integrarse en la república romana mediante distintos foedera y su aportación helenística resultó esencial para el desarrollo de la cultura romana. A partir de entonces, Roma domina toda la península itálica de norte a sur.

EXPANSIÓN ROMANA A LAS ISLAS

La anexión de las islas de Sicilia, Córcega y Cerdeña es la primera expansión romana fuera de la península itálica. Y se produce no sólo mediante la guerra y la conquista sino también por circunstancias derivadas de un complejo y cambiante sistema de alianzas.

En Sicilia, en 289 a. de C., el tirano Agatocles es asesinado. Su ejército de mercenarios del Samnio y la Campania saquea la ciudad de Mesina y pasa a cuchillo a sus habitantes. Se autodenominan "mamertinos" en honor a su dios de la guerra, Mamers.

Los mamertinos apoyan a Cartago en su enfrentamiento con Pirro de Epiro y son controlados cuando éste es proclamado rey de la isla. Pero al marchar Pirro de nuevo a la península itálica y sin una autoridad efectiva en Sicilia, se dedican al pillaje en diversas ciudades del nordeste. En 266 a. de C., Hierón se convierte en rey de Sicilia y vuelve a refrenar a los mamertinos.

Estos quedan divididos en dos facciones, una de las cuales solicita ayuda a Cartago que acuartela una guarnición en Mesina. La otra, en cambio, pide el auxilio de Roma ofreciendo a cambio la entrega de la ciudad sin condiciones (deditio).

Pensando en una posterior conquista de Siracusa, la única población importante de la isla, los romanos acceden, envían tropas a Mesina y la guarnición cartaginesa se retira. Sin embargo, Cartago y Siracusa acaban de aliarse y marchan contra Mesina. Cuando los soldados de Siracusa son vencidos por Roma, el rey Hierón cambia de bando y pacta un foedum que le convierte en rey vasallo de la república romana.
La batalla de Lilibeo (Lylibeum) da la victoria a los romanos en esta Primera Guerra Púnica aunque con numerosas bajas. Sicilia se convierte en provincia romana en 237 a. de C. y Cartago, además de evacuar la isla, queda obligado a pagar una enorme indemnización.

Sin posibilidades económicas, Cartago debe enfrentarse a una sublevación de sus mercenarios que vuelven a territorio cartaginés en África. Es la llamada Guerra de los Mercenarios que durante dos años hace peligrar el Imperio Púnico.

Una vez dominado el problema en el norte de África, el ejército de Cartago marcha a Cerdeña donde también se ha sublevado la guarnición cartaginesa. Roma amenaza entonces con declarar de nuevo la guerra con la falsa excusa de que supone que la armada cartaginesa se dirige contra la república. Los cartagineses no pueden en ese momento enfrentar un nuevo conflicto con los romanos y se ven forzados no sólo a abandonar Cerdeña sino a pagar una indemnización aún mayor que la anterior.

En Córcega, ocupada durante la Primera Guerra Púnica por Lucio Cornelio Escipión en 259 a. de C., los cartagineses no son definitivamente expulsados hasta años después. De hecho, Roma se limita durante mucho tiempo a asegurar el control de Córcega y Cerdeña sin intentar además su romanización.



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